¡Feliz día de los enamorados!
¿Ya habéis comprado el regalo para vuestras parejas?
Últimamente no paro de oír que San Valentín es una fiesta de
puro consumismo inventada por los grandes almacenes… y algo de razón no les falta.
Sin embargo, vamos a remontarnos al Siglo III, Roma, para ver sus orígenes
reales.
En ese momento gobernaba Claudio II, y creó una ley
prohibiendo la celebración de matrimonios de parejas jóvenes ya que, en su
opinión, los solteros eran mejores soldados.
Un sacerdote que ejercía en Roma, San Valentín, creyó que eso era
injusto y desafió al emperador celebrando matrimonios en secreto para jóvenes
enamorados.
La fecha de celebración del 14 de febrero fue establecida
por el Papa Gelasio para honrar a San Valentín. Los restos mortales del santo
se encuentran en la Basílica de su mismo nombre, en la ciudad italiana de
Terni. Cada 14 de febrero se celebra allí un acto de compromiso por parte de
parejas que se quieren casar el próximo año.
Pero, ¿cómo ha llegado a convertirse este culto al amor a lo
que hoy en día conocemos?
La costumbre de intercambiar regalos y cartas de amor el 14
de febrero nació en Gran Bretaña y en Francia durante la Edad Media. Los
norteamericanos adoptaron la costumbre a principios del siglo XVIII. Hacia
1840, Esther A. Howland comenzó a vender las primeras tarjetas postales masivas
(en forma de corazón o Cupido) de San Valentín en Estados Unidos.
Actualmente, una de las bases de nuestra sociedad es el
consumismo, es por ello que este día se promociona especialmente y se ofrecen
infinitas posibilidades para regalar a tu media naranja. ¿No habéis recibido
las últimas semanas innumerables “Newsletters” con diferentes ofertas para
regalar por San Valentín? ¿No os habéis fijado en que las tiendas y los
escaparates ambientados con corazones os persiguen? ¿O que suena música
romántica de fondo en todas partes?.
Pues sí queridos amigos, éste es el San Valentín del Siglo
XXI. Una perfecta combinación entre amor y consumo.
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